De campana a Campana
Por: Caridad Picart Trujillo
Mucho antes de que el gallo de Morón despierte a los más de 60 mil habitantes de su ciudad ya Tomás González Ulloa se le ve por sus calles en plena faena para que brillen antes del amanecer.
Me comenta con una humildad indescriptible que su pueblo lo quiere y que muy pocas personas lo conocen por su nombre porque todo el mundo lo llaman por Caray.
Sus labios no necesitan decir cuanto amor siente por el oficio de barrendero, sus ojos lo hacen por ellos y a pesar de sus 67 años de edad me dice que no pretende soltar el escobillón, ni defraudar su popular consiga de trabajar: ¡Caray, de campana a campana los 365 días del año!
Me afirma- “Para mi no hay mayor gratitud que cuando convierto en pasión cada movimiento de mi pala y piensa que su escoba en sus manos protegidas por la arruga de su piel la tiene que cuidar como la más fiel de las novias”.
Dentro de sus principales compromisos está tener siempre arreglada su carretilla para no perder ni un minuto en su faena, tener mucha salud, crecer en el número de amigos para dar siempre lo mejor de si y amar con toda la fidelidad a su esposa Isabel quienes juntos comparten el oficio y la condición de Vanguardia Nacional por 15 años consecutivos en el sector de comunales.
Caray afirma que la alegría para él es la vida misma y que no hay nada que supere su amor por el municipio de Morón, por eso disfruta a plenitud cuando recoge cada obstáculo y suciedad para que la ciudad mantenga su colorido y los nativos y forasteros se sientan complacidos y a gusto en ella.
En barrenderos como Caray muchos pensadores cruzaron los límites de la individualidad para definir lo limpio como la contribución pública de desaparecer cualquier rastro de suciedad a la vista de los humanos porque como apuntara el mismo Tomás: La limpieza es parte inseparable de los que aman la belleza.
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