¡Fidel!, por todos los tiempos.
Llora, llora, Patria mía,
pues falta tu mejor hijo,
pero reponte, carijo,
que él así no nos quería.
El sigue estando, día a día,
en cada niño que va
a la escuela, y estará
para siempre, pues morir
por la Patria, es vivir,
por toda la eternidad.
Tantas veces lo mataron,
tantas veces se murió,
que en cada muerte creció
viviendo. Le dispararon,
mil odios, lo calumniaron,
los viles sin corazón,
pero triunfó la razón,
y gracias a su epopeya
cumplió con su idea aquella:
hacer la Revolución.
Ni lo sospechan, cobardes,
él no se ha ido, está aquí,
está junto a tí y a mí.
Él va cruzando la tarde
sobre un caballo que arde,
impetuoso, como él mismo.
Él es el vértice, el sismo,
que va transformando todo,
afianzando, de mil modos,
a su Patria, el socialismo.
Seguiremos adelante,
juntos, en cada victoria,
sin traicionar a la historia
que nos forjó el Comandante.
Él nos guía en este instante,
de lucha ardua y fervor,
creando, pues es el mejor
modo de seguir su ejemplo,
manteniendo en pie el templo
que costó sangre y sudor.
Celebren, beban, caínes,
festejen, malos cubanos,
brinden, aplaudan, tiranos,
que ya sabemos sus fines.
Pero sepan, pobres ruines:
¡Fidel ganó la partida!.
Es inmortal, y la herida
se restaña con su ejemplo.
¡Un guerrillero del tiempo
sobre los siglos de vida!.
Noisy Espinosa González.
Droguería Ciego de Avila.
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