sábado, 25 de noviembre de 2017

La verdad, un arma de Fidel


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“No mentir jamás…” es uno de los preceptos esbozados por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, en su concepto de Revolución, y a ese canon él fue fiel, de lo cual dan fe múltiples circunstancias en las que se vio involucrado a lo largo de su vida revolucionaria.
   Fue en el alegato titulado La Historia me Absolverá cuando denunció, sin tapujos, la actuación del presidente Fulgencio Batista y la miseria en que se encontraba entonces sumida la población de este archipiélago.
    En plena Sierra Maestra, y a través de las ondas radiales de la emisora Radio Rebelde, informó a Cuba sobre el fracaso de la huelga del nueve de abril de 1958, convocada por el Movimiento 26 de Julio para tratar de derrocar a la tiranía.
  Al analizar aquel revés en acto público después del triunfo de enero de 1959 no ocultó los infortunios de que había sido  víctima el movimiento insurreccional en distintas etapas.
  “La Revolución, dijo, tuvo muchos días tristes, (…) tuvo el fracaso del ataque al Moncada… el del ataque al Goicuría… el de la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del Corynthia, del ataque al Palacio Presidencial, de la dispersión de los expedicionarios del Granma y de la huelga del nueve de abril. Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo la humillación de la derrota.”
  A su llegada a La Habana, el ocho de enero de 1959, en Ciudad Libertad, pronunció un discurso en el que expresó: “Engañar al pueblo, despertarle engañosas ilusiones, siempre traería las peores consecuencias, y estimo que al pueblo hay que alertarlo contra el exceso de optimismo.
  “¿Cómo ganó la guerra el Ejército Rebelde?  Diciendo la verdad.
¿Cómo perdió la guerra la tiranía?  Engañando a los soldados. Cuando nosotros teníamos un revés, lo declarábamos por “Radio Rebelde”, censurábamos los errores de cualquier oficial que lo hubiese cometido, y advertíamos a todos los compañeros para que no le fuese a ocurrir lo mismo a cualquier otra tropa."
  Uno de los momentos más tristes para el líder de la Revolución y en el que se puso a prueba su sinceridad y el respeto que sentía por el pueblo fue cuando habló en el acto de recibimiento a 11 pescadores secuestrados por el imperialismo yanqui, efectuado frente al edificio de la actual embajada de los Estados Unidos, en el malecón habanero.
  Aquella tarde-noche del 19 de mayo de 1970, después de referirse a la victoria del pueblo con el retorno a la Patria de los humildes trabajadores retenidos injustamente, Fidel dio a conocer una noticia que estremeció a los cubanos, al negar el compromiso histórico del país de producir en la zafra de ese año 10 millones de toneladas de azúcar.
  “…nunca se engañó al pueblo, aseguró, ni se le engaña en este momento, cuando todavía queda mucha caña por cortar y todavía queda mucha azúcar por producir; pero siempre dije: El día y hora que de acuerdo a la situación y tengamos todos los cálculos, sepamos que no alcanzamos  -por las razones que sean- los 10 millones, se lo diremos al pueblo.
 “No mantendremos una ilusión hasta última hora. No la mantendremos porque no sería honesto”.
  La intervención que hiciera en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la Universidad de La Habana, efectuado en el Aula Magna de esa casa de altos estudios, el 17 de noviembre de 2005, también dio pruebas de su apego a la honestidad.
  Al referirse en ese discurso a desvío de recursos, robos y otras conductas antisociales que acontecían en Cuba por algunos empleados en puestos públicos, aseveró: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (se refería a los enemigos del país); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.
  Varias de sus reflexiones públicas hechas en los últimos años de su vida, son testigos de su sinceridad ante problemáticas que abordaba, a veces lo hacía con crudeza, pero siempre con fidelidad a los hechos y situaciones.
  Fidel le rindió culto a la realidad de las situaciones hasta en los instantes más difíciles, y en eso actuó en consecuencia con el pensamiento del Héroe Nacional, José Martí, quien expresó que “la palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla”.
http://www.acn.cu/cuba/30263-la-verdad-un-arma-de-fidel

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