miércoles, 2 de abril de 2014

Respuesta a ladridos contra Cuba

 
 
 
Diario Las Américas encomendó a uno de sus hombres, Iván García, tratar de  exhibir a Cuba como un pequeño Infierno sobre la Tierra.

Lo ha venido haciendo con un lenguaje ramplón y escondiendo  apenas su odio visceral contra la isla.

Ahora este martes le publicaron un artículo bajo el título: “Pobreza tras el glamour”, donde interpreta a su manera diferencias existentes en la sociedad cubana.

Recuerda que han surgido  casas de alquiler, bares y restaurantes  privados, para después lanzar su veneno: “solo vistas por un cubano pobre en filmes extranjeros.

Luego habla del contraste que hay entre un “paladar” (restaurante) de lujo y los habitantes de una zona habanera.
Iván lo describe así:

Un portero muestra al cliente el menú en “una carta revestida de cuero negro”, a dos cuadras de un comedor donde asisten jubilados, ancianos y personas de bajos ingresos de los alrededores.

A una cuadra del paladar, sigue narrando Ivan, en una casa de puntal alto en peligro de derrumbe, “viven apiñadas 17 familias”

Se las han agenciado –continúa diciendo- para transformar antiguas habitaciones en viviendas.

Cada cual, agrega, según sus posibilidades económicas ha construido baños y cocinas sin el asesoramiento de un ingeniero o arquitecto.

Hasta en el antiguo sótano, donde antaño existió un establo de animales, alega el reportero, han acondicionado un sitio que con imaginación podría llamarse morada.

Pero Iván no pierde la ocasión para deslizar otras ácidas conclusiones:

“La mayoría de la población aprueba cortar de cuajo la dependencia con el Estado, gestor principal de la miseria socializada que se vive en Cuba.”

“… el Gobierno ha demostrado una letal ineficacia…”

“Un sector numeroso de funcionarios del partido y la prensa oficial, en cada emprendedor privado cree ver un futuro delincuente.”

Ese último criterio tiene un solo valor, desnuda aún más la estupidez y la mediocridad que caracteriza a su autor.

Alguien podría preguntarse, ¿y sobre el bloqueo impuesto a Cuba desde hace más de 50 años por gobiernos estadounidenses?

Iván guarda hermético silencio, para él, sencillamente no existe.

Curioso, porque desde 1992 y hasta 2013, cada año la Asamblea General de la ONU lo ha rechazado y exigido ponerle fin.

Su más reciente ocasión, el 29 de octubre último, cuando 188 de sus 193 países miembros votaron a favor de la resolución cubana sobre el tema, dos en contra (Estados Unidos e Israel), y tres se abstuvieron.

En esa oportunidad se reveló en Nueva York que las pérdidas sufridas por Cuba debido a ello,  sobrepasan ya el millón de millones de dólares.

Lo dicho por Iván en Diario las Américas sobre importantes dificultades socio-económicas de Cuba podría tener una larga respuesta.

Sin embargo, también guarda disciplinado silencio en cuanto a las que muestra su país, todavía el más rico del mundo y, además, sin bloqueo.

Baste recordar un artículo que la periodista Laura Rivera escribió el pasado 14 de noviembre en las mismas páginas donde su colega Iván embistió a Cuba.

“Vivimos –afirmó ella- en un supuesto Primer Mundo y por lo tanto no se creería que hay pobreza y menos que se carezca de un plato de comida”.

Y agregó Rivera, en la

Florida estadísticas apuntan falta de disponibilidad de alimentos, o falta de disponibilidad de acceso a estos, “por parte de tres millones de residentes, entre ellos un millón cien mil niños.”
Solo en Miami, 432 990 seres humanos están padeciendo  lo mismo, y deben aumentar, según escribió la colega de  Iván.
Paralelamente, recordó ella además, organismos caritativos de esa urbe alertan que ya “no dan más”.

Se trata de una pincelada, porque el hambre en Estados Unidos,  el gran ejército de los “sin techo” en Nueva York, las miles y miles de personas comiendo carne para perros, el creciente número de niños asesinados en sus escuelas, exigirían un espacio muchísimo mayor.
 
¿Qué ha escrito Iván el Terrible sobre esas y otras tragedias?

Nada, su misión es injuriar a Cuba siguiendo la vieja y curiosa expectativa de quienes ladran a la luna esperando oír su eco.
 Escrito por  Nicanor León Cotayo

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