Nyliam Vázquez García •
Para quienes se encargan de mantener el
sin sentido será un día normal. Otro. Para quienes no se resignan a que
Gerardo, el hombre que hoy está cumpliendo 49 años, nunca salga de
prisión, o que Ramón y Tony cumplan íntegramente sus condenas, será otro
día de lucha. En medio del desierto, donde se levanta imponente y gris
la cárcel de máxima seguridad de Victorville, quizá este 4 de junio no
sea una jornada memorable. No importa.
Fuera de las rejas —incluso dentro, en
el círculo de reclusos que lo respetan— después de miles de kilómetros,
después del mar, en no pocos puntos del planeta, muchos celebran esa
vida y se empeñan en hacer más para cambiar los designios de la
ignominia. Gerardo tenía 33 años cuando fue apresado el 12 de septiembre
de 1998 y 36 cuando fue condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años.
No es casualidad que la III Jornada de
solidaridad con los Cinco en Washington se inicie el día de su
cumpleaños, una buena manera de cantarle y celebrar a este hombre que
salvó la vida de tantos y, como cada uno de los Cinco, asumió una
actitud inquebrantable.
Cuando importantes personalidades del
mundo entero, reunidos en la capital estadounidense para el evento,
levanten sus voces por la libertad de los Cinco se estará dando un paso
más en la conformación del necesario jurado de millones que el propio
Gerardo vaticinara. Esa es la mejor manera de felicitarlo a él, a Ramón,
el siguiente de cumpleaños. La libertad será el mayor y mejor regalo y
ese habrá que seguir construyéndolo entre todos.
Los Cinco nunca han estado solos, ni
siquiera cuando el caso no era público. Mucho menos después de saberse
del sacrificio y las posturas asumidas ante disímiles chantajes. Casi 16
años ha sido demasiado tiempo y si alguna utilidad ha tenido el
ensañamiento, ha sido conocer aun más la grandeza de estos cubanos.
No será un día normal, por más que se
empeñen. En La Habana, en ese hogar que lo espera cerquita del Latino,
su esposa, como cada año, le habrá comprado un regalo; los amigos
redoblarán los esfuerzos; él tratará de llamar desde su encierro;
escuchar a los suyos es su modo de estar. No es un cake, ni un brindis,
ni un día de descanso… los planes para el próximo cumpleaños de Gerardo
tendrán que ser necesariamente amanecer en los brazos de su reina, quizá
ir al estadio a ver un juego de los Industriales, caminar las calles de
La Habana, reunirse con sus hermanos de causa, vivir el asombro del
regreso, el respeto y el cariño que lo esperan.
Mientras Alicia Jrapko y Bill Hackwell y
tantos que han trabajado intensamente desde el Comité Internacional de
Solidaridad con los Cinco para conformar el programa de la III Jornada
en Washington van de un lado a otro, uno puede imaginar a Gerardo con
una sonrisa. Sus carceleros seguro se preguntarán cómo puede un
condenado a vivir tras las rejas mantener esa expresión. Se escapa de
sus lógicas mentales que si algo no pudieron ni podrán quitarles a los
Cinco es la certeza de saber que hicieron el bien, que salvaron la vida
de muchos cubanos y estadounidenses. Ese detalle, aunque no cambie el
hecho terrible de la cárcel inmerecida, de muchos cumpleaños tras las
rejas, les da fuerzas, les dibuja esa sonrisa incomprensible para
quienes ignoran el alma cubana.
Gerardo, Ramón y Tony estarán
expectantes por conocer todo cuanto ocurra en Washington. Mientras, René
y Fernando, quienes desde Cuba laboran para aportar al evento
solidario, seguirán pendientes de cuánto más sea necesario por estos
días. No habrá descanso ni libertad verdadera para ellos hasta que sus
hermanos estén en casa. Siguen siendo Cinco.
En Washington, hombres y mujeres que no
conoce, pero que intuye cuántos esfuerzos hacen, inician el evento
solidario en Estados Unidos. Importantes personalidades confirmaron su
presencia y no son pocos los que cruzaron mares y cielos para estar
allí, donde hace falta. Para Gerardo este será un cumpleaños diferente,
en pie de lucha, nunca solo, aunque le falten los abrazos más
necesarios.
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