Tomado de Granma
Un día como hoy hace 50 años confluyen
cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de
la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la
presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial,
el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto
Che Guevara por Fidel.
Años convulsos, de transformaciones que
corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran
aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin,
(actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los
presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución
Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que
sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el
Partido Comunista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los
presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos
del
Partido existentes en el país, las organizaciones y los dirigentes revolucionarios.
De igual forma, realizó la presentación de
su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había
tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de
nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay
sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil—
heroica o creadora que no esté representada; no hay sector
revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel
refiriéndose al Comité Central.
Aquella estructura de dirección que nacía
era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo
de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista
Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental
hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado
también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa
frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
Fue por ese sendero que aquella noche se
encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos
Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo
a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956. “Frente al
doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el mundo,
nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.
En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965. “Granma
es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano
en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de
subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.
Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965
fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido
cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por
la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he
cumplido la parte de mi deber que me ataba a la
Revolución cubana en su territorio y me
despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras
tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…)
luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y
cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora
definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este
pueblo y especialmente para ti…”.
La lectura de la carta de despedida de
Ernesto Che Guevara se convierte en el momento más difícil y esperado
cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus
artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Gabriel Molina,
un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de
información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo
desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos
entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la
historia:
“Había mucha tensión con la ausencia del
compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa
internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto
designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo
histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del
asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que
mencionar después en el periódico”.
Otros recuerdos de ese día atesora la
maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en
una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos
tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las
tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas.
Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el
ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna
precisión: “¡Es que son 50 años!”.
“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de
compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en
la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De
pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No
lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos
pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el
periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.
Cuando preguntamos nos dijeron que en el
acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y
debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido.
¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un
rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las
sillas…”.
Susana recuerda con precisión que mientras
esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las
encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que
alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él
tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del
tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se
eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.
Así nos lo confirma también Delfín Xiqués,
jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de
entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como
merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el
curso de los acontecimientos siguientes ese día.
Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a
la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los
comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García y Faure
Chomón, así como otros dirigentes del Partido.
Es en el salón de la administración donde
tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien
fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras
el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a
ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de
Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al
establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I
Congreso del Partido. Asimismo, anunció que el compañero Isidoro Malmierca asumiría la dirección de Granma.
Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la
suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un
periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y
varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que
confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que,
aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía
que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar
allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento
de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de
captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y
Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.
“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la
creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela.
Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che
estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta
Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
“Acababa de salir de un lugar donde hubo
un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un
vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que
explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con
una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin
trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el
Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos
sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’,
contesté.
“Yo era de Revolución y llevaba allí un
tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo
todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo
órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur
hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos
coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí
Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió
Isidoro Malmierca, el nuevo director”.
Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo
periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no
significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de
los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de
Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a
radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue
aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado
fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.
GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA
Pasaron los años y la embarcación noble y
victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del
país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han
podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera,
pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del
corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos
años en el “yate”.
“Las crisis que ha atravesado Cuba, las
económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las
principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el
periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no
hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el
periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de
martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los
ejemplares se redujeran.
Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…
“Muchos periodistas se fueron de Granma —no
lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por
ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera
novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco
horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y
empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente
martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de
un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es
como Patria, fundado por Martí”.
En la línea de distribución del periódico
encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo
repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que
hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de
los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he
jubilado, y aquí pienso seguir”.
De telefonista a auxiliar de redacción,
hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra
Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que
necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este
olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar
las preguntas y en medio de una palpable humildad.
“Granma significa ‘mi vida’. Las
satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi
carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido
sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar,
escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en
tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado
al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes,
aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que
multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el
pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.
Desde Santiago de Cuba otro de sus
fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás
de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes,
habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del
periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma
me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a
mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del
corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de
verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya
sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno
cotidiano”.
Poco antes de terminar el diálogo Susana se
asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo
importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la
cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que
ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución,
todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El
trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.
Visitas: 10
Tomado de Granma
Un día como hoy hace 50 años confluyen
cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de
la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la
presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial,
el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto
Che Guevara por Fidel.
Años convulsos, de transformaciones que
corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran
aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin,
(actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los
presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución
Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que
sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el
Partido Comunista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los
presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos
del
Partido existentes en el país, las organizaciones y los dirigentes revolucionarios.
De igual forma, realizó la presentación de
su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había
tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de
nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay
sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil—
heroica o creadora que no esté representada; no hay sector
revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel
refiriéndose al Comité Central.
Aquella estructura de dirección que nacía
era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo
de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista
Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental
hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado
también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa
frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
Fue por ese sendero que aquella noche se
encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos
Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo
a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956. “Frente al
doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el mundo,
nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.
En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965. “Granma
es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano
en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de
subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.
Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965
fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido
cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por
la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he
cumplido la parte de mi deber que me ataba a la
Revolución cubana en su territorio y me
despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras
tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…)
luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y
cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora
definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este
pueblo y especialmente para ti…”.
La lectura de la carta de despedida de
Ernesto Che Guevara se convierte en el momento más difícil y esperado
cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus
artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Gabriel Molina,
un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de
información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo
desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos
entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la
historia:
“Había mucha tensión con la ausencia del
compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa
internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto
designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo
histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del
asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que
mencionar después en el periódico”.
Otros recuerdos de ese día atesora la
maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en
una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos
tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las
tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas.
Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el
ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna
precisión: “¡Es que son 50 años!”.
“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de
compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en
la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De
pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No
lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos
pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el
periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.
Cuando preguntamos nos dijeron que en el
acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y
debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido.
¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un
rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las
sillas…”.
Susana recuerda con precisión que mientras
esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las
encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que
alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él
tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del
tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se
eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.
Así nos lo confirma también Delfín Xiqués,
jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de
entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como
merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el
curso de los acontecimientos siguientes ese día.
Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a
la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los
comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García y Faure
Chomón, así como otros dirigentes del Partido.
Es en el salón de la administración donde
tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien
fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras
el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a
ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de
Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al
establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I
Congreso del Partido. Asimismo, anunció que el compañero Isidoro Malmierca asumiría la dirección de Granma.
Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la
suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un
periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y
varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que
confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que,
aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía
que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar
allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento
de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de
captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y
Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.
“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la
creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela.
Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che
estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta
Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
“Acababa de salir de un lugar donde hubo
un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un
vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que
explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con
una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin
trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el
Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos
sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’,
contesté.
“Yo era de Revolución y llevaba allí un
tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo
todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo
órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur
hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos
coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí
Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió
Isidoro Malmierca, el nuevo director”.
Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo
periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no
significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de
los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de
Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a
radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue
aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado
fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.
GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA
Pasaron los años y la embarcación noble y
victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del
país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han
podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera,
pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del
corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos
años en el “yate”.
“Las crisis que ha atravesado Cuba, las
económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las
principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el
periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no
hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el
periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de
martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los
ejemplares se redujeran.
Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…
“Muchos periodistas se fueron de Granma —no
lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por
ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera
novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco
horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y
empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente
martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de
un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es
como Patria, fundado por Martí”.
En la línea de distribución del periódico
encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo
repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que
hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de
los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he
jubilado, y aquí pienso seguir”.
De telefonista a auxiliar de redacción,
hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra
Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que
necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este
olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar
las preguntas y en medio de una palpable humildad.
“Granma significa ‘mi vida’. Las
satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi
carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido
sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar,
escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en
tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado
al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes,
aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que
multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el
pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.
Desde Santiago de Cuba otro de sus
fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás
de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes,
habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del
periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma
me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a
mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del
corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de
verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya
sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno
cotidiano”.
Poco antes de terminar el diálogo Susana se
asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo
importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la
cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que
ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución,
todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El
trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.
Visitas: 10
Tomado de Granma
Un día como hoy hace 50 años confluyen
cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de
la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la
presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial,
el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto
Che Guevara por Fidel.
Años convulsos, de transformaciones que
corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran
aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin,
(actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los
presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución
Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que
sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el
Partido Comunista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los
presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos
del
Partido existentes en el país, las organizaciones y los dirigentes revolucionarios.
De igual forma, realizó la presentación de
su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había
tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de
nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay
sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil—
heroica o creadora que no esté representada; no hay sector
revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel
refiriéndose al Comité Central.
Aquella estructura de dirección que nacía
era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo
de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista
Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental
hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado
también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa
frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
Fue por ese sendero que aquella noche se
encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos
Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo
a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956. “Frente al
doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el mundo,
nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.
En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965. “Granma
es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano
en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de
subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.
Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965
fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido
cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por
la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he
cumplido la parte de mi deber que me ataba a la
Revolución cubana en su territorio y me
despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras
tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…)
luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y
cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora
definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este
pueblo y especialmente para ti…”.
La lectura de la carta de despedida de
Ernesto Che Guevara se convierte en el momento más difícil y esperado
cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus
artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Gabriel Molina,
un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de
información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo
desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos
entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la
historia:
“Había mucha tensión con la ausencia del
compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa
internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto
designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo
histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del
asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que
mencionar después en el periódico”.
Otros recuerdos de ese día atesora la
maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en
una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos
tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las
tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas.
Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el
ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna
precisión: “¡Es que son 50 años!”.
“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de
compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en
la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De
pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No
lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos
pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el
periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.
Cuando preguntamos nos dijeron que en el
acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y
debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido.
¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un
rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las
sillas…”.
Susana recuerda con precisión que mientras
esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las
encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que
alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él
tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del
tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se
eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.
Así nos lo confirma también Delfín Xiqués,
jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de
entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como
merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el
curso de los acontecimientos siguientes ese día.
Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a
la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los
comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García y Faure
Chomón, así como otros dirigentes del Partido.
Es en el salón de la administración donde
tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien
fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras
el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a
ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de
Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al
establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I
Congreso del Partido. Asimismo, anunció que el compañero Isidoro Malmierca asumiría la dirección de Granma.
Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la
suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un
periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y
varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que
confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que,
aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía
que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar
allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento
de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de
captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y
Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.
“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la
creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela.
Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che
estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta
Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
“Acababa de salir de un lugar donde hubo
un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un
vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que
explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con
una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin
trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el
Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos
sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’,
contesté.
“Yo era de Revolución y llevaba allí un
tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo
todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo
órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur
hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos
coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí
Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió
Isidoro Malmierca, el nuevo director”.
Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo
periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no
significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de
los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de
Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a
radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue
aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado
fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.
GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA
Pasaron los años y la embarcación noble y
victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del
país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han
podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera,
pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del
corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos
años en el “yate”.
“Las crisis que ha atravesado Cuba, las
económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las
principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el
periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no
hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el
periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de
martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los
ejemplares se redujeran.
Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…
“Muchos periodistas se fueron de Granma —no
lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por
ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera
novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco
horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y
empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente
martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de
un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es
como Patria, fundado por Martí”.
En la línea de distribución del periódico
encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo
repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que
hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de
los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he
jubilado, y aquí pienso seguir”.
De telefonista a auxiliar de redacción,
hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra
Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que
necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este
olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar
las preguntas y en medio de una palpable humildad.
“Granma significa ‘mi vida’. Las
satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi
carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido
sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar,
escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en
tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado
al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes,
aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que
multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el
pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.
Desde Santiago de Cuba otro de sus
fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás
de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes,
habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del
periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma
me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a
mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del
corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de
verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya
sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno
cotidiano”.
Poco antes de terminar el diálogo Susana se
asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo
importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la
cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que
ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución,
todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El
trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.
Visitas: 10
Tomado de Granma
Un día como hoy hace 50 años confluyen
cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de
la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la
presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial,
el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto
Che Guevara por Fidel.
Años convulsos, de transformaciones que
corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran
aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin,
(actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los
presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución
Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que
sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el
Partido Comunista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los
presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos
del
Partido existentes en el país, las organizaciones y los dirigentes revolucionarios.
De igual forma, realizó la presentación de
su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había
tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de
nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay
sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil—
heroica o creadora que no esté representada; no hay sector
revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel
refiriéndose al Comité Central.
Aquella estructura de dirección que nacía
era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo
de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista
Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental
hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado
también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa
frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
Fue por ese sendero que aquella noche se
encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos
Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo
a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956. “Frente al
doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el mundo,
nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.
En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965. “Granma
es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano
en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de
subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.
Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965
fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido
cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por
la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he
cumplido la parte de mi deber que me ataba a la
Revolución cubana en su territorio y me
despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras
tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…)
luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y
cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora
definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este
pueblo y especialmente para ti…”.
La lectura de la carta de despedida de
Ernesto Che Guevara se convierte en el momento más difícil y esperado
cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus
artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Gabriel Molina,
un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de
información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo
desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos
entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la
historia:
“Había mucha tensión con la ausencia del
compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa
internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto
designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo
histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del
asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que
mencionar después en el periódico”.
Otros recuerdos de ese día atesora la
maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en
una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos
tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las
tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas.
Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el
ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna
precisión: “¡Es que son 50 años!”.
“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de
compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en
la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De
pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No
lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos
pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el
periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.
Cuando preguntamos nos dijeron que en el
acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y
debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido.
¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un
rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las
sillas…”.
Susana recuerda con precisión que mientras
esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las
encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que
alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él
tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del
tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se
eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.
Así nos lo confirma también Delfín Xiqués,
jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de
entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como
merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el
curso de los acontecimientos siguientes ese día.
Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a
la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los
comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García y Faure
Chomón, así como otros dirigentes del Partido.
Es en el salón de la administración donde
tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien
fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras
el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a
ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de
Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al
establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I
Congreso del Partido. Asimismo, anunció que el compañero Isidoro Malmierca asumiría la dirección de Granma.
Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la
suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un
periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y
varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que
confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que,
aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía
que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar
allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento
de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de
captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y
Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.
“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la
creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela.
Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che
estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta
Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
“Acababa de salir de un lugar donde hubo
un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un
vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que
explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con
una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin
trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el
Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos
sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’,
contesté.
“Yo era de Revolución y llevaba allí un
tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo
todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo
órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur
hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos
coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí
Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió
Isidoro Malmierca, el nuevo director”.
Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo
periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no
significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de
los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de
Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a
radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue
aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado
fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.
GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA
Pasaron los años y la embarcación noble y
victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del
país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han
podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera,
pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del
corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos
años en el “yate”.
“Las crisis que ha atravesado Cuba, las
económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las
principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el
periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no
hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el
periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de
martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los
ejemplares se redujeran.
Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…
“Muchos periodistas se fueron de Granma —no
lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por
ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera
novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco
horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y
empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente
martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de
un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es
como Patria, fundado por Martí”.
En la línea de distribución del periódico
encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo
repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que
hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de
los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he
jubilado, y aquí pienso seguir”.
De telefonista a auxiliar de redacción,
hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra
Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que
necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este
olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar
las preguntas y en medio de una palpable humildad.
“Granma significa ‘mi vida’. Las
satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi
carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido
sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar,
escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en
tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado
al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes,
aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que
multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el
pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.
Desde Santiago de Cuba otro de sus
fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás
de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes,
habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del
periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma
me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a
mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del
corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de
verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya
sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno
cotidiano”.
Poco antes de terminar el diálogo Susana se
asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo
importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la
cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que
ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución,
todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El
trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.
Visitas: 10
Tomado de Granma
Un día como hoy hace 50 años confluyen
cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de
la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la
presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial,
el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto
Che Guevara por Fidel.
Años convulsos, de transformaciones que
corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran
aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin,
(actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los
presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución
Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que
sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el
Partido Comunista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los
presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos
del
Partido existentes en el país, las organizaciones y los dirigentes revolucionarios.
De igual forma, realizó la presentación de
su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había
tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de
nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay
sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil—
heroica o creadora que no esté representada; no hay sector
revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel
refiriéndose al Comité Central.
Aquella estructura de dirección que nacía
era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo
de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista
Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental
hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado
también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa
frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
Fue por ese sendero que aquella noche se
encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos
Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo
a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956. “Frente al
doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el mundo,
nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.
En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965. “Granma
es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano
en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de
subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.
Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965
fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido
cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por
la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he
cumplido la parte de mi deber que me ataba a la
Revolución cubana en su territorio y me
despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras
tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…)
luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y
cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora
definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este
pueblo y especialmente para ti…”.
La lectura de la carta de despedida de
Ernesto Che Guevara se convierte en el momento más difícil y esperado
cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus
artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Gabriel Molina,
un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de
información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo
desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos
entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la
historia:
“Había mucha tensión con la ausencia del
compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa
internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto
designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo
histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del
asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que
mencionar después en el periódico”.
Otros recuerdos de ese día atesora la
maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en
una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos
tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las
tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas.
Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el
ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna
precisión: “¡Es que son 50 años!”.
“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de
compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en
la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De
pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No
lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos
pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el
periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.
Cuando preguntamos nos dijeron que en el
acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y
debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido.
¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un
rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las
sillas…”.
Susana recuerda con precisión que mientras
esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las
encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que
alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él
tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del
tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se
eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.
Así nos lo confirma también Delfín Xiqués,
jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de
entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como
merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el
curso de los acontecimientos siguientes ese día.
Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a
la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los
comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García y Faure
Chomón, así como otros dirigentes del Partido.
Es en el salón de la administración donde
tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien
fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras
el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a
ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de
Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al
establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I
Congreso del Partido. Asimismo, anunció que el compañero Isidoro Malmierca asumiría la dirección de Granma.
Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la
suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un
periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y
varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que
confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que,
aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía
que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar
allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento
de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de
captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y
Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.
“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la
creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela.
Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che
estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta
Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.
“Acababa de salir de un lugar donde hubo
un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un
vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que
explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con
una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin
trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el
Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos
sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’,
contesté.
“Yo era de Revolución y llevaba allí un
tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo
todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo
órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur
hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos
coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí
Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió
Isidoro Malmierca, el nuevo director”.
Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo
periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no
significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de
los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de
Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a
radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue
aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado
fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.
GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA
Pasaron los años y la embarcación noble y
victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del
país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han
podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera,
pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del
corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos
años en el “yate”.
“Las crisis que ha atravesado Cuba, las
económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las
principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el
periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no
hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el
periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de
martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los
ejemplares se redujeran.
Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…
“Muchos periodistas se fueron de Granma —no
lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por
ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera
novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco
horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y
empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente
martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de
un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es
como Patria, fundado por Martí”.
En la línea de distribución del periódico
encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo
repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que
hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de
los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he
jubilado, y aquí pienso seguir”.
De telefonista a auxiliar de redacción,
hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra
Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que
necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este
olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar
las preguntas y en medio de una palpable humildad.
“Granma significa ‘mi vida’. Las
satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi
carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido
sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar,
escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en
tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado
al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes,
aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que
multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el
pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.
Desde Santiago de Cuba otro de sus
fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás
de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes,
habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del
periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma
me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a
mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del
corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de
verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya
sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno
cotidiano”.
Poco antes de terminar el diálogo Susana se
asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo
importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la
cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que
ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución,
todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El
trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario