Fotos: Idael Varela Ferrer
Mayo
viene apresurado, se acerca con el cuerpo empapado de sudor, salpicado de
cemento y pintura. Prepara con lujo de detalles la fiesta grande de la clase
obrera.
Y
como el ave fénix, los avileños resurgen
al amanecer para levantar sus voces en las calles y demostrar
que un mundo mejor es posible.
Reta
al cansancio. Quiere cumplir cada tarea comprometida con la efeméride de los
trabajadores del mundo. Por eso, agita las manos en la agricultura, en el
central azucarero, en la escuela, en el hospital y hasta en la obra más
recóndita de la Revolución para sumarle nuevas páginas a la historia.
Aunque
es muy serio todo lo que hace por estos días, se le ve alegre, jaranero,
emprendedor y solidario. Nada le es ajeno, la idiosincrasia del cubano le corre
por las venas.
Ahora
adorna su centro de trabajo y su comunidad, alista la gorra o el sombrero,
embulla a su familia y a la gente del barrio para participar en la marcha del pueblo combatiente, que en la
primera jornada del quinto mes del año, celebrará a lo largo y ancho de Cuba,
el Día Internacional de los Trabajadores.
Será como siempre un acontecimiento donde su protagonista principal es el pueblo
que tendrá por aliento el respaldo y la
lealtad a la más fiel de las novias: La
Patria.
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